Radiografía de los votantes de Trump y Biden

Ernesto Castañeda
15 min readNov 2, 2020

Por Paloma de Salas Nov 2, 2020 para RTVE.es

Donald Trump y Joe Biden han redoblado los esfuerzos para movilizar a sus bases en la recta final de la campaña de las elecciones en Estados Unidos. Ante una cita incierta y con un electorado cada vez más cambiante, los candidatos a la Presidencia llevan meses pidiendo la participación para lograr la victoria.

Estos son los votantes a los que tiene que persuadir cada candidato:

Clase obrera, blancos y evangélicos, el nicho de Trump

En 2016, Trump logró la victoria gracias al apoyo de la clase obrera, hombres blancos, especialmente aquellos con una menor formación y residentes en zonas rurales. Aunque las minorías no son el fuerte del presidente, el republicano sí moviliza a parte de los 32 millones de latinos llamados a la participación, que ya conforman la primera minoría, y parte de los asiáticos.

“Los hispanos son un grupo diverso que tienden a inclinarse hacia Biden, pero su ideología varía en función del estado y su origen. Los cubanos apoyan más al Partido Republicano; los mexicanos, al Partido Demócrata”, explica a RTVE.es el investigador del Pew Research Center, Neil Ruiz.

Su base ahora es sólida y se compone en su mayoría de votantes blancos, un 51 %, según datos del centro. “Trump lo que tiene es eso, su base: evangélicos, republicanos tradicionales, patriotas o supremacistas”, señala el profesor de la American University, Ernesto Castañeda, que no cree que sean suficientes para una victoria.

“Pero está perdiendo a parte de la clase trabajadora y muchos republicanos, incluso dentro de su Gobierno hay quien piensa en no votar o ha pedido el voto para el demócrata”, añade.

Biden, en busca de la resurrección demócrata

En 2016, Hillary Clinton recabó los apoyos del votante tradicional demócrata: las minorías raciales, las mujeres y jóvenes, pero fracasó en la movilización del electorado tradicionalmente demócrata, un reto que ahora hereda Joe BIden.

Atendiendo a los datos demógraficos, el demócrata arrasaría entre el votante afroamericano (81 % de intención de voto), o el latino. “El apoyo de hispanos a Biden ha crecido en octubre y ha caído para Trump”, señala Neil Ruiz.

También tiene buena sintonía con las mujeres: el 55 % votaría a su favor y el 39 %, a Trump; y con los jóvenes, que tradicionalmente optan por los demócratas.

No obstante, el candidato centrista que representa al establishmentno entusiasma tanto como Bernie Sanders o Elizabeth Warren, sus contrincantes en las primarias. “Muchos de sus votos serán en realidad un voto de rechazo a Trump, porque hay mucha gente harta del presidente. Es muy raro que pase en una reelección, porque la inercia del poder suele darle mucha ventaja”, según el profesor de la American University.

“Pero muchos independientes o apolíticos le han abierto la puerta y confían en que pueda hacer mejor trabajo que el presidente, especialmente entre la clase trabajadora”, augura Castañeda. La clave, su templanza: no es un candidato tan polarizador y por eso podría lograr el apoyo “más diverso de los últimos años: suburbios, negros, latinos y asiáticos” e incluso persuadir a republicanos desertores o independientes.

La participación, clave

En cualquier caso, la llave para la movilización del electorado reside en la participación, una de las mayores incógnitas que los sondeos son incapaces de pronosticar.

Históricamente, apenas la mitad de los ciudadanos con derecho a voto participan en las elecciones, pero el récord en voto anticipado, que ya supera los 80 millones de papeletas, podría apuntar al aumento de los votantes. “En las elecciones de mitad de mandato vimos una participación del nivel de unas presidenciales, algo que no suele ocurrir. Históricamente, los afroamericanos participan más y en 2016 lo hizo el 65 % de votantes blancos”, señala el investigador del Pew Research Center.

Castañeda está convencido de que, después de cuatro años de Trump, la participación crecerá. “Va a haber menos gente que se abstenga, aunque mucho votante de Trump de 2016 puede optar por hacerlo, lo que favorecerá sin duda a los demócratas”.

Análisis | Elecciones Estados Unidos

Por qué ha ganado Biden (y perdido Trump): la movilización de las bases y el desgaste por la pandemia

08.11.2020 | 08:53 horas

Por PALOMA DE SALAS

Partidarios de Biden celebran la victoria del demócrata en las elecciones de Estados Unidos. AFP / SERGIO FLORES

La movilización de las minorías, el récord del voto por correo y el hartazgo de buena parte de estadounidenses en unas elecciones en plena pandemia han impulsado a Joe Biden a la Casa Blanca, que ha logrado arrebatar hasta tres estados decisivos a Donald Trump a pesar de la clara división que dibuja el nuevo mapa electoral de Estados Unidos.

Con una campaña marcada por la crisis sanitaria y económica que atraviesa el país por la COVID-19, la tensión social y la injusticia racial, el presidente electo demócrata pondrá fin a la era Trump para, en sus propias palabras, “acabar con la oscuridad”.

“Biden ha ganado porque le ha votado más gente y ha captado un voto transversal, más allá del análisis de lo que ha supuesto Trump para la política estadounidense, un populista, nacionalista, aislacionista y con un gran ramalazo xenófobo”, resume la directora de Política Exterior, Áurea Moltó. Y estos más de cuatro millones de votos de diferencia que se han traducido en 279 votos electorales no se entienden sin el papel de las minorías.

“El voto afroamericano ha sido muy crucial y ha marcado una importante ventaja para Biden, pero, sobre todo, su victoria se debe a la alta participación electoral”, señala el profesor de la American University Ernesto Castañeda.

La celebración de los partidarios de Biden inundaba las calles de todo el país este sábado. Desde la capital, el profesor analiza la celebración: “Hoy hay un gran ambiente de fiesta en Washington, hay tanta gente alrededor de la Casa Blanca que no se puede llegar. Muchas familias afroamericanas gritan ‘madame vicepresident’ por Kamala Harris, es algo histórico y sienten que ya era hora de tener esa representación simbólica en la Casa Blanca”.

El voto por correo, decisivo

La falta de un resultado en la noche electoral dio paso a casi cinco días de incertidumbre, exasperación y ansiedad por el retraso en el recuento del voto anticipado. En unos comicios marcados por la pandemia, más de 101 millones de personas optaron por esta vía, una cifra récord. Alrededor de 65 millones, más de la mitad, recurrieron al voto por correo, según datos de la Universidad de Florida.

“Trump ha despreciado ese voto incomprensiblemente“

Trump sembró durante meses dudas sobre la legitimidad de esta vía, y sigue haciéndolo, pues no reconoce su derrota. Sin embargo, hora a hora, el mapa electoral de Trump, vencedor en territorios decisivos como Ohio y Florida, ha ido tiñéndose de azul a medida que avanzaba el escrutinio de estas papeletas.

“Trump ha deslegitimado el voto por correo desde verano y lo ha encasillado como un voto fraudulento, llamó a la movilización el día de la elección. Ha movilizado muchísimo, pero Biden más porque ha conseguido un voto transversal de jóvenes, minorías, mujeres y ha aprovechado esa alternativa de voto a su favor. Incomprensiblemente, Trump ha despreciado ese voto”, subraya Áurea Moltó.

La pandemia, guinda final del hartazgo

En un país que acumula más de nueve millones de contagiados de COVID-19 y más de 236.000 fallecidos, la pandemia ha sido el factor más determinante en las elecciones, según la experta. “Es muy probable que Trump hubiera sido reelegido, tenía un dato de altísima popularidad y unos datos económicos muy favorables antes. La pandemia ha provocado una crisis sanitaria gravísima en el país, que ha movilizado muchísimo el voto”, explica.

“Muchos han visto que estaban en manos de un presidente incapaz de gestionar algo claramente clave“

Basta con el contraste de las convenciones de agosto en las que Biden y Trump se proclamaban candidatos a la Presidencia. El republicano, desde la Casa Blanca, sin distancia social; el demócrata, ante una sala vacía y con mascarilla. Muchos creyeron que cuando Trump contrajo la enfermedad, cambiaría de retórica. No fue así, aseguró que se trataba de una “bendición de Dios” y aprovechó cualquier oportunidad para burlarse de la mascarilla de un rival al que decía “escondido en un sótano” mientras amenazaba con despedir a su principal asesor científico en el cierre de campaña.

“Al final, muchos estadounidenses han visto que estaban en manos de un presidente incapaz de gestionar algo claramente clave”, añade Moltó. Pero no solo eso, sino que el peso de cuatro años de trumpismo ha acabado por hartar a buena parte de la población, según Ernesto Castañeda.

“Muchos no culpan a Trump del coronavirus, es cierto que no lo causó, pero lo ha manejado mal. Hay mucha gente harta de su estilo abusivo, su violación de los Derechos Humanos. Y Biden ha sido un candidato aceptable para ellos, aunque no para todos”, explica. Y aunque la identidad partidaria sigue muy presente en Estados Unidos, “el 5 % de votantes republicanos han cambiado a los demócratas y el 4 % de ellos ha votado a Trump”, añade.

La movilización de las minorías beneficia a los demócratas

El cambio demográfico en Estados Unidos está creando un país cada vez más diverso en beneficio del Partido Demócrata, que también gana entre jóvenes y mujeres y está creando todo un movimiento de base, según resumía el senador demócrata Bernie Sanders. Este año, los hispanos ya suponían el 13 % de todo el electorado y se convertían en la primera minoría, seguida de los electores afroamericanos.

Y aunque Trump conquistó Florida gracias al voto hispano de cubanoestadounidenses y venezolanos que comparten sus proclamas sobre el socialismo, este electorado no es monolítico y le ha dado la espalda en otros estados. De hecho, el 66 % del voto hispano ha ido dirigido a Biden y su apoyo ha sido decisivo en dos estados en disputa. “Biden ha logrado una gran movilización de mexicoamericanos en el sureste y latinos y afroamericanos en Georgia y Pensilvania”, subraya Castañeda.

La persuasión del voto negro era uno de los mayores retos para el tándem Biden-Harris después de la baja participación en 2016. Y en un año marcado por la tensión racial tras los asesinatos de varios afroamericanos a manos de la policía, los demócratas los han empujado a las urnas con un voto de castigo contra un presidente que ignoraba el racismo sistémico en el país: el 87 % de este electorado ha votado azul, según la encuesta a pie de urna de la NBC .

Un electorado cambiante

El voto de estas minorías ha sido determinantes en feudos republicanos como Arizona o Georgia, con una alta participación negra que este año ha desafiado a las largas colas para votar. Uno de los motivos, según Castañeda, es que “el miedo al cambio demográfico moviliza a mucho votante blanco que no quiere perder privilegios con Trump y genera una reacción de la derecha”.

Y aunque el presidente ha recabado más votos que en 2016, ha perdido Wisconsin, Pensilvania y Michigan, los territorios que arrebató a Clinton bajo la promesa de la reindustrialización. “Biden va y viene a su pueblo industrializado en Delaware, que tiene problemas de desempleo, eso le ha ayudado mucho”, señala el profesor. Coincide Áurea Moltó, que destaca que Trump no ha cumplido sus promesas de reapertura de las empresas.

Pero más allá de la radiografía del electorado demócrata, Estados Unidos continúa siendo un país muy dividido. Basta con mirar los datos provisionales: el 50,5 % de los ciudadanos optaron por Biden y el 47,7 %, por Trump.

Elecciones Estados Unidos

Los retos de Biden: unificar el país, gestionar la pandemia, recuperar la economía y volver a la escena internacional

08.11.2020 | 08:55 horas

Por JAVIER J.BAS

A partir del 20 de enero, fecha señalada en la Constitución de EE.UU. para la ceremonia de investidura frente al Capitolio, son muchos los retos que afronta Joe Biden como presidente de Estados Unidos. El primero de ellos es unir a un país que, actualmente y tal como han demostrado las urnas, se encuentra dividido y totalmente polarizado. Otro reto será tomar las riendas de la lucha contra la pandemia del coronavirus tras una estrategia, la de Trump, que muchos han juzgado equivocada y que ha provocado ya en el país más de 235.000 muertos.

232

232 Donald Trump 73.789.238 votos (47,2%)

306

306 Joe Biden 79.819.502 votos (51%)

Es precisamente la pandemia la que ha hecho que una de las bazas de Trump de cara a la reelección, la economía, pasara a un segundo plano y retrocediera en una crisis que ahora Biden deberá solventar. Y, por último, el futuro presidente de Estados Unidos tendrá que decidir el papel de su país en un mundo cambiante y tras cuatro años de una política exterior que algunos analistas califican de populista, nacionalista y aislacionista.

Unir a un país polarizado

La unidad se ha convertido en uno de los objetivos centrales de la campaña electoral del ya presidente electo de Estados Unidos. En su último discurso, antes de conocerse su victoria, Biden se dirigía a los estadounidenses con un mensaje claro: “Queremos que nuestro país se una, no que se desmorone”.

“Tiene que reclamar la vuelta a una unidad nacional y para volver a ella habrá que atender a aquellos sectores que fueron demócratas y pasaron a votar republicano”, señala a RTVE Gustavo Palomares, profesor de Relaciones Internacionales en la UNED y en la Escuela Diplomática. Una unidad nacional que, en primer lugar, tendrá que conseguir en el Congreso tras los duros enfrentamientos entre demócratas y republicanos vividos durante los últimos cuatro años.

Para Áurea Moltó, directora de la revista ‘Política Exterior’, el nuevo presidente de Estados Unidos tendrá que evitar que “haya una obstrucción enfermiza de los republicanos en el congreso, que no impidan sus políticas y que los demócratas estén dispuestos a trabajar y negociar con los republicanos. No es fácil. Trump y Obama no pudieron hacerlo, pero Biden puede hacerlo porque conoce a mucha gente conservadora”. Moltó ya anticipa que Biden no lo tendrá sencillo. “No va a poder cumplir una agenda más progresista como la que le piden”, señala a RTVE la directora de la revista ‘Política Exterior’.

Biden se ha convertido en el candidato presidencial más votado de Estados Unidos, consiguiendo aún más apoyo que el obtenido por el popular Barack Obama en su primera victoria. Más de 74 millones de americanos han apostado por él. Pero frente a ese hecho se encuentra también que Donald Trump ha obtenido cerca de seis millones de votos más que hace cuatro años. Setenta millones de electores han apostado por un político que, ahora, les pide que presenten batalla y acusa a Biden de querer “robar” las elecciones con “votos ilegales”. Unas acusaciones que, según algunos analistas, podrían tener consecuencias impredecibles. Acercar los polos de una sociedad tan polarizada se configura como una de las principales prioridades para que el país pueda avanzar.

La gestión de la pandemia

Mucho se ha hablado en las últimas semanas sobre el papel que ha podido jugar la pandemia del COVID-19 en esta batalla electoral. Su gestión podría haberle pasado factura a Trump pero, además, el miedo a los contagios hizo que mucha gente votara por correo, el mismo voto que ahora está en el centro de la polémica del recuento.

“El factor determinante ha sido la pandemia y si no hubiera pandemia es muy probable que Trump hubiera sido reelegido“

“El factor determinante ha sido la pandemia y si no hubiera pandemia es muy probable que Trump hubiera sido reelegido”, señala Moltó. “Un dato es la altísima popularidad de Trump antes de la pandemia y unos datos económicos muy favorables y muy buenos. La pandemia ha echado atrás un resultado económico. Los medios nos hemos olvidado de hablar de los estragos que está causando la pandemia en Estados Unidos”, apunta una experta.

Biden, consciente de ello, se dirigía este sábado a los estadounidenses antes de que se conociese oficialmente su victoria y anticipaba que entre las prioridades de su gobierno estará combatir el virus, restaurar la confianza, crear una estrategia nacional coherente, que los tratamientos sean accesibles para toda la población, dar ayudas económicas a los sectores afectados y colaborar con otros países para evitar nuevos contagios. Para ello, por ejemplo, ofrecerá ruedas de prensa diarias con los datos de la epidemia.

Mientras, el entorno de Trump ha señalado la gestión del coronavirus como una de las claves de la derrota electoral del presidente saliente. En particular se han referido a la desinformación y a la actitud despectiva, que habría alejado a votantes de más edad. “Muchos estadounidenses han visto que estaban en manos de un presidente incapaz de gestionar algo claramente grave. Las imágenes de hospitales colapsados, enterramientos, ciudades cerradas, debacle económica”, señala el profesor Gustavo Palomares.

Estados Unidos ha registrado hasta el momento más de 9.790.000 casos de coronavirus y 236.000 muertes. En las tres últimas jornadas de las que se dispone de datos se han batido consecutivamente los récords de contagios diarios con 132.540 nuevos positivos solo en el recuento del viernes.

Volver a impulsar la economía

La paralización de la actividad a la que obligó el SARS-CoV-2 en la pasada primavera hundió a la economía estadounidense, al igual que al resto de economías mundiales: en el segundo trimestre de este año, el producto interior bruto caía un 9 % respecto al trimestre anterior y un 32,9 % en tasa anualizada, al tiempo que se esfumaban más de 22 millones de empleos y la tasa de paro rozaba el 15 % en abril.

“La economía llega destrozada por la COVID-19”, señala el politólogo y profesor de la American University, Ernesto Castañeda, a RTVE. “No va a ser fácil, me temo que habrá una recesión económica el próximo año y no será culpa de Biden sino de los efectos del coronavirus”, apunta Castañeda, que señala que el nuevo gobierno deberá poner en marcha muchos programas para ayudar a los desempleados.

La pandemia ha sacado a la luz los desequilibrios que ya estaban presentes en la economía estadounidense, como la brecha entre ricos y pobres: en 2019, el 20 % de los hogares más acaudalados acapararon el 51,9 % de las rentas familiares, mientras el 20 % con menos recursos recibía el 3,1 % de las rentas. Es una tendencia que venía de décadas atrás, aunque los economistas creen que la reforma fiscal de Trump ha acentuado esas diferencias.

Rediseñar el papel de EE.UU. en el mundo con un cambio en su política exterior

En política exterior, los demócratas han criticado que el lema de “America, first” ( “Estados Unidos, primero” ) se convirtió en realidad en “Estados Unidos, solo”. Mientras los americanos votaban, salían del Acuerdo de París contra el cambio climático. Antes, Trump había roto relaciones con organismos globales como la OMS. La idea del nuevo presidente es dejar claro que su país está de vuelta en el panorama internacional. Y eso toca de lleno a la Unión Europea.

Buena parte de la comunidad internacional confía en que Estados Unidos volverá al Acuerdo de París sobre el Cambio Climático, al acuerdo sobre el programa nuclear de Irán, a apostar por la OTAN y la UE, y a impulsar los acuerdos de libre comercio e inversiones en Europa y el Pacífico.

“La administración Biden tiene que colocar a la UE como un aliado histórico y no como un rival, ni como el enemigo en que le ha convertido la guerra económica de los últimos cuatro años”, señala el profesor de Relaciones Internacionales en la UNED, Gustavo Palomares. Una guerra que ha afectado especialmente a España, por la subida de aranceles en sectores estratégicos como el aceite de oliva, el vino o los cereales.

“El coste económico de las sanciones de Trump a la UE y, concretamente, a los productos españoles tendría un coste de unos 760 millones de euros, así que para España el cambio de administración puede ser muy beneficioso”, apunta Palomares. Desde la Unión Europea han calificado la victoria de Trump como un “gran día” para Estados Unidos y para Europa y han mostrado su esperanza de “reconstruir” e “intensificar” cuanto antes la relación transatlántica.

Otra de las cuestiones con las que tendrá que lidiar Biden es la cuestión palestina. Durante estos cuatro años Trump ha tomado una serie de decisiones polémicas sobre este asunto. La primera de ellas fue la decisión de Trump de reconocer a Jerusalén como capital de Israel. Polémico fue también el “plan para la paz” en Oriente Medio, diseñado por su yerno, Jared Kushner.

Incógnita es, también, la posición que la nueva administración de Biden podría adoptar respecto a Irán, un país con el que Trump ha vivido periodos de alta tensión, o China, con la que entabló una guerra comercial mediante la imposición mutua de aranceles. Un posible deshielo con Pekín podría tener consecuencias en terceros países terceros como México, con el que, en los últimos tiempos, había aumentado la relación comercial.

El gobierno mexicano que, por el momento, no reconoce la victoria de Biden hasta que se resuelvan las demandas judiciales, pero que confía, no obstante, en conseguir una relación más estable con Biden, al tener una mayor afinidad ideológica. Durante la campaña electoral el candidato demócrata prometió detener la construcción del famoso muro fronterizo y reestructurar las medidas migratorias más polémicas impuestas por Trump como el MPP, conocido como ‘Quédate en México’, que obliga a miles de solicitantes de asilo a esperar en las ciudades fronterizas mexicanas mientras se tramita su petición de asilo en Estados Unidos.

La agenda internacional de Biden también se centrará en su relación con otros países de América Latina. Uno de ellos es Venezuela. Las amenazas entre Trump y Maduro fueron numerosas a lo largo de estos últimos años. Del mismo modo, la relación entre Cuba y Estados Unidos, que con Barack Obama se había distendido, ha vuelto a tensarse tras la decisión de Washington de imponer numerosas sanciones económicas a la isla.

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Ernesto Castañeda

Ernesto Castañeda is the author of “A Place to Call Home” and “Building Walls.”